sábado, 30 de agosto de 2014

Pequeñas Semillitas 2448

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2448 ~ Sábado 30 de Agosto de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Llegamos al sábado y hoy vamos a iniciar la edición de “Pequeñas Semillitas” con una reflexión simple pero muy cierta: ¿Qué es esto de “hacer el bien sin mirar a quién“?
Muy fácil, consiste en que al hacer cosas por alguien simplemente las hagamos, sin esperar agradecimientos.
No busquemos reconocimiento y agradecimiento… hagamos lo que ha de hacerse. A su tiempo Dios nos agradecerá todo aquello que hacemos.
Muchas veces la gente que está en nuestro entorno no se da cuenta de lo mucho que hacemos por estar con ellas, aun cuando no logramos entenderlas.

¡Buenos días!

Conserva la calma
Serenidad es calma interior, sosiego, estabilidad de ánimo, dominio de uno mismo. La serenidad proporciona una fuerte energía vital. La serenidad no es apatía, impasibilidad o dejadez. La serenidad va de la mano de la ponderación y de la objetividad. No hace tragedia de pequeños sucesos negativos. No dramatiza.

El ascensor lleno de gente se quedó atascado, y enseguida comenzó a producirse el pánico. Incapaz de hacerlo subir o bajar, la nueva ascensorista no ocultaba su inquietud. Los pasajeros estaban tensos de ansiedad. De repente, desde el fondo del ascensor se oyó una voz tranquila que dijo: —Tómelo con calma, hija. Si usted no puede manejarlo, yo puedo hacerlo. Trate de recordar las instrucciones, y le vendrán a la memoria. Reinó el alivio. La muchacha reflexionó por unos instantes, empujó una palanca y ascendimos. El hombre que había evitado el pánico bajó en mi piso. —¿Pero, usted sabe manejar ese aparato? —indagué. —¡Qué voy a saber! Había que animar a la chica.

El autodominio es importante para ser libre, pues de lo contrario serás prisionero de ti mismo. No aceptes ser esclavo de tus sentimientos negativos, como el miedo, la ansiedad, el descontento, etc. Deslígate de ellos, despréndelos de tu vida, suéltalos, simplemente, déjalos. Se trata de estar alerta y no darles manija, porque crecen.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Un hombre, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio, el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.
»Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’. Llegándose también el de los dos talentos dijo: ‘Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’.
»Llegándose también el que había recibido un talento dijo: ‘Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo’. Mas su señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes’». (Mt 25,14-30)

Comentario
Hoy contemplamos la parábola de los talentos. En Jesús apreciamos como un momento de cambio de estilo en su mensaje: el anuncio del Reino ya no se limita tanto a señalar su proximidad como a describir su contenido mediante narraciones: ¡es la hora de las parábolas!
Un gran hombre decide emprender un largo viaje, y confía todo el patrimonio a sus siervos. Pudo haberlo distribuido por partes iguales, pero no lo hizo así. Dio a cada uno según su capacidad (cinco, dos y un talentos). Con aquel dinero pudo cada criado capitalizar el inicio de un buen negocio. Los dos primeros se lanzaron a la administración de sus depósitos, pero el tercero —por miedo o por pereza— prefirió guardarlo eludiendo toda inversión: se encerró en la comodidad de su propia pobreza.
El señor regresó y... exigió la rendición de cuentas (cf. Mt 25,19). Premió la valentía de los dos primeros, que duplicaron el depósito confiado. El trato con el criado “prudente” fue muy distinto.
El mensaje de la parábola sigue teniendo una gran actualidad. La separación progresiva entre la Iglesia y los Estados no es mala, todo lo contrario. Sin embargo, esta mentalidad global y progresiva esconde un efecto secundario, peligroso para los cristianos: ser la imagen viva de aquel tercer criado a quien el amo (figura bíblica de Dios Padre) reprochó con gran severidad. Sin malicia, por pura comodidad o miedo, corremos el peligro de esconder y reducir nuestra fe cristiana al entorno privado de familia y amigos íntimos. El Evangelio no puede quedar en una lectura y estéril contemplación. Hemos de administrar con valentía y riesgo nuestra vocación cristiana en el propio ambiente social y profesional proclamando la figura de Cristo con las palabras y el testimonio.
Comenta san Agustín: «Quienes predicamos la palabra de Dios a los pueblos no estamos tan alejados de la condición humana y de la reflexión apoyada en la fe que no advirtamos nuestros peligros. Pero nos consuela el que, donde está nuestro peligro por causa del ministerio, allí tenemos la ayuda de vuestras oraciones».
Rev. D. Albert SOLS i Lúcia (Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santa Rosa de Lima
Patrona de Perú, América y las Filipinas
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

Tema del día:
Un “pecado parroquial”
1) Para saber
En la reciente audiencia del pasado miércoles, ante más de 12.000 peregrinos, el Papa Francisco habló de la unidad de los cristianos. Explicó que Jesús quiso que sus discípulos estuvieran unidos. Sin embargo, desgraciadamente no falta quien pretende sembrar divisiones dentro de la misma Iglesia. Tal es el caso de algunas guerras pasadas, pero eso no es cristiano, señaló el Papa. Detrás de esas obras de conflicto está la obra del demonio quien se afana por dividir la Iglesia.

Pero no solo hay que pensar en las herejías, explicó el Papa, como los únicos pecados contra la unidad. Hay otros que suelen ser más frecuentes y comunes que el Papa Francisco denominó como “pecados parroquiales”, como lo sería el hablar mal de alguien a sus espaldas o dejarse llevar por la envidia. Suele suceder, dijo, que en las mismas parroquias cuando uno es elegido presidente de la asociación, se habla mal de él. O si a una la nombran encargada de las catequesis, las demás hablan mal de ella... Pero esto no es la Iglesia, esto no se debe hacer, enfatizó el Papa.

2) Para pensar
Agustín de Foxá fue un poeta y diplomático español del siglo XX que además ejerció el periodismo. Contaba con una riqueza y además estaba casado con una mujer muy guapa. Cuenta un amigo suyo que ante el importante éxito de una obra suya, al felicitarle le oyó decir: “Ya he empezado a hacer correr el rumor de que tengo úlcera de estómago”. Esto lo decía porque conocía su ambiente y así, cuando se enteraran del éxito obtenido, pudieran decir al menos: “Sí, tuvo gran éxito, pero el pobre está bastante mal de salud”, lo cual sería un alivio para todos los envidiosos.

En efecto, la envidia hace que no se soporte el éxito ajeno, es una falta de amor. Por algo dice un refrán que “Los hipócritas se alimentan del chisme, se desnutren de envidia y se mueren sin amigos”.

Un filósofo alemán del siglo XIX, llamado Arthur Schopenhauer, decía al respecto que “la envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren”.

Es una tentación que está al acecho para atacar y que hay que saber atajar. Pensemos cuál es nuestra reacción cuando a los demás les va mejor que a nosotros.

3) Para vivir
Un consejo nos da San Josemaría: “Si cortas de raíz cualquier asomo de envidia, y si te gozas sinceramente con los éxitos de los demás, no perderás la alegría” (Surco n. 93).

El Papa concluyó diciendo que la unidad debe ser un distintivo de los cristianos, porque Dios mismo es comunión y amor. El amor une, en cambio la envidia separa. La división entre cristianos, dijo el Papa, es una "obra del diablo” y no podemos ponernos de su lado.
Pbro. José Martínez Colín

Palabras del Papa Francisco

Tenemos que hacer seriamente un examen de conciencia. En una comunidad cristiana, la división es uno de los pecados más graves, porque la hace signo no de la obra de Dios, sino de la obra del diablo, el cual es, por definición, aquel que separa, que arruina las relaciones, que insinúa prejuicios… La división en una comunidad cristiana - sea una escuela, sea una parroquia, una asociación, donde sea - es un pecado gravísimo, porque es obra del diablo. Dios, en cambio, quiere que crezcamos en la capacidad de acogernos, de perdonarnos y de bien querernos, para parecernos cada vez más a Él, que es comunión y amor. En esto está la santidad de la Iglesia: en el reconocerse imagen de Dios, colmada de Su misericordia y de Su gracia.
Queridos amigos, hagamos resonar en nuestro corazón estas palabras de Jesús: «Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9). Pedimos sinceramente perdón por todas las veces que hemos sido motivo de división o de incomprensión al interno de nuestras comunidades, sabiendo bien que no se llega a la comunión, sino es a través de la continua conversión. ¿Y qué es la conversión?: “Señor, dame la gracia de no hablar mal, de no criticar, de no chismorrear, de querer bien a todos”. ¡Es una gracia que el Señor nos da! Esto es convertir el corazón, ¿no?
Y pedimos que el tejido cotidiano de nuestras relaciones pueda convertirse en un reflejo siempre más bello y gozoso de la relación entre Jesús y el Padre
Papa Francisco

"Pequeñas Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes recibir todos los días "Pequeñas Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las suscripciones son gratis y solo tienes que solicitarlas escribiendo a Rocío (moderadora de los grupos) a: peque.semillitas.3@gmail.com  con el título: “Suscripción a Pequeñas Semillitas”.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para Tiziana Ayelén (2 años), siete hermanitos de diversas edades y su mamá, todos de la ciudad de Córdoba, Argentina, que mañana serán bautizados en una ceremonia conjunta, incorporándose como miembros de la Iglesia. Que Nuestra Señora del Valle los proteja siempre y Jesús los bendiga y los conduzca por los mejores caminos en sus vidas.

Pedimos oración por Carmencita H., guatemalteca, que está sufriendo después de estar en cuidados intensivos muy grave por un cáncer en pulmón, por lo que rogamos a Jesús Sacramentado que la sane y la llene de fortaleza y amor. También pedimos oración por la familia de Luis Felipe M., de la misma nacionalidad,  ya que han tratado de secuestrar a su hija, pidiendo a Dios que convierta a las personas que les están haciendo tanto daño.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Un estímulo todos los días
Agosto 30
Una de las grandes virtudes es la fe. Por ella creemos en Dios y en lo que él nos reveló. Pero no se trata sólo de aceptar las verdades de la fe, ya que no es únicamente una cuestión intelectual. Se trata de un corazón que se deja enseñar por Dios, porque reconoce que no puede alcanzar la verdad solo y que necesita ser iluminado. La fe es también apoyarse en Dios para encontrar el verdadero sentido de la vida, es creer que la verdad profunda de nuestra existencia está realmente en él.
Con la fe se ilumina la mirada interior para poder ver más allá de lo que indican las apariencias. Si miro a las personas desde la fe, puedo reconocer que no son sólo un montón de huesos, de músculos y de nervios; son imagen de Dios. Además, la fe permite descubrir en la vida un por qué y un para qué. A veces, hasta los que se dicen ateos pueden vivir ciertas formas de fe; por ejemplo, cuando creen que hay algo más de lo que pueden mirar sus ojos, cuando sienten que la vida los supera y que ellos no tienen toda la verdad.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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