domingo, 23 de noviembre de 2014

Pequeñas Semillitas 2523

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2523 ~ Domingo 23 de Noviembre de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Llegamos al final del año litúrgico y al final de lo que llamamos el “tiempo ordinario” dentro de lo que es el calendario litúrgico.
En el primer domingo del tiempo ordinario contemplábamos al joven carpintero de Nazaret, Jesús, ir al Jordán para ser bautizado como todos los hombres que acudían a Juan. Después del bautismo Jesús oye la voz del Padre que le dice “tú eres mi hijo amado, mi predilecto”. Y a continuación Marcos nos describe una actividad incansable del joven Jesús anunciando el reino de amor de su Padre.
En los siguientes domingos del tiempo ordinario hasta hoy Jesús ha desplegado un ministerio de compasión y ternura nunca experimentados por el ser humano, de tal forma que muchos dicen ¿qué es esto? ¿quién es éste? Nunca habíamos visto algo igual.
Al mismo tiempo que Jesús hace la opción de estar con los más abandonados de la sociedad, pobres y pecadores marginados, invita a sus discípulos y a nosotros a hacer lo mismo.
Hoy este Jesús lo celebramos como Rey del Universo, no rey de poder y gloria como lo entendemos los humanos, sino rey de compasión, ternura y bondad sin límites, tal como nos le explica el Evangelio.
Su juicio sobre nuestra vida social, de relación de unos con otros, es sumamente sorprendente y debemos entenderlo para encaminar nuestra vida al servicio de nuestros hermanos que más sufren: los pobres de toda pobreza.

¡Buenos días!

Alegría y paz
La Virgen de la Paz desea que goces de esa serenidad que ofrecía su Hijo: “les doy mi paz, pero no como la da el mundo” (Juan 14, 27). Es una paz que nada puede turbar ni el más terrible vendaval. “La serenidad —escribió Kempis— no es estar a salvo de la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella”. El mensaje de hoy invita a abandonarte en las manos de Dios. Ése es el camino.

“¡Queridos hijos! Los invito a un abandono total a Dios. Los invito al gran regocijo y a la paz que sólo Dios da. Yo estoy con ustedes e intercedo cada día por ustedes ante Dios. Queridos hijitos, los invito a escucharme y a vivir los mensajes que yo les doy desde hace ya varios años. Todos ustedes están llamados a la santidad, pero ustedes todavía están lejos de ella. Yo les doy mi bendición. Gracias por haber respondido a mi llamado!

El camino de abandono total en Dios, tiene un nombre, es el camino de la santidad, porque requiere confianza y amor total a Dios, en quien hemos puesto nuestra esperanza. María Santísima intercede para que te decidas sin miedo, “como un niño en los brazos de su madre” (Salmo 131). Te deseo de corazón un día de mucha paz.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
»Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’. Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber?’. ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’.
»Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’. Y Él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna». (Mt 25,31-46)

Comentario
Hoy, Jesús nos habla del juicio definitivo. Y con esa ilustración metafórica de ovejas y cabras, nos hace ver que se tratará de un juicio de amor. «Seremos examinados sobre el amor», nos dice san Juan de la Cruz.
Como dice otro místico, san Ignacio de Loyola en su meditación Contemplación para alcanzar amor, hay que poner el amor más en las obras que en las palabras. Y el Evangelio de hoy es muy ilustrativo. Cada obra de caridad que hacemos, la hacemos al mismo Cristo: «(…) Porque tuve hambre, y me disteis de comer; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; en la cárcel, y vinisteis a verme» (Mt 25,34-36). Más todavía: «Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).
Este pasaje evangélico, que nos hace tocar con los pies en el suelo, pone la fiesta del juicio de Cristo Rey en su sitio. La realeza de Cristo es una cosa bien distinta de la prepotencia, es simplemente la realidad fundamental de la existencia: el amor tendrá la última palabra.
Jesús nos muestra que el sentido de la realeza -o potestad- es el servicio a los demás. Él afirmó de sí mismo que era Maestro y Señor (cf. Jn 13,13), y también que era Rey (cf. Jn 18,37), pero ejerció su maestrazgo lavando los pies a los discípulos (cf. Jn 13,4 ss.), y reinó dando su vida. Jesucristo reina, primero, desde una humilde cuna (¡un pesebre!) y, después, desde un trono muy incómodo, es decir, la Cruz.
Encima de la cruz estaba el cartel que rezaba «Jesús Nazareno, Rey de los judíos» (Jn 19,19): lo que la apariencia negaba era confirmado por la realidad profunda del misterio de Dios, ya que Jesús reina en su Cruz y nos juzga en su amor. «Seremos examinados sobre el amor».
P. Antoni POU OSB Monje de Montserrat (Montserrat, Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II

"Tú lo dices: soy Rey" (Jn 18, 37). “Así respondió Jesús a Pilato en un dramático diálogo. Esta solemnidad de Cristo Rey del Universo, situada al final del año litúrgico, nos presenta a Jesús, Verbo eterno del Padre, como principio y fin de toda la creación, como Redentor del hombre y Señor de la historia”
~San Juan Pablo II~

Tema del día:
Un juicio extraño
Las fuentes no admiten dudas. Jesús vive volcado hacia aquellos que ve necesitados de ayuda. Es incapaz de pasar de largo. Ningún sufrimiento le es ajeno. Se identifica con los más pequeños y desvalidos y hace por ellos todo lo que puede. Para él la compasión es lo primero. El único modo de parecernos a Dios: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo».

¿Cómo nos va a extrañar que, al hablar del Juicio final, Jesús presente la compasión como el criterio último y decisivo que juzgará nuestras vidas y nuestra identificación con él? ¿Cómo nos va a extrañar que se presente identificado con todos los pobres y desgraciados de la historia?

Según el relato de Mateo, comparecen ante el Hijo del Hombre, es decir, ante Jesús, el compasivo, «todas las naciones». No se hacen diferencias entre «pueblo elegido» y «pueblo pagano». Nada se dice de las diferentes religiones y cultos. Se habla de algo muy humano y que todos entienden: ¿Qué hemos hecho con todos los que han vivido sufriendo?

El evangelista no se detiene propiamente a describir los detalles de un juicio. Lo que destaca es un doble diálogo que arroja una luz inmensa sobre nuestro presente, y nos abre los ojos para ver que, en definitiva, hay dos maneras de reaccionar ante los que sufren: nos compadecemos y les ayudamos, o nos desentendemos y los abandonamos.

El que habla es un Juez que está identificado con todos los pobres y necesitados: «Cada vez que ayudasteis a uno de estos mis pequeños hermanos, lo hicisteis conmigo». Quienes se han acercado a ayudar a un necesitado, se han acercado a él. Por eso han de estar junto a él en el reino: «Venid, benditos de mi Padre».

Luego se dirige a quienes han vivido sin compasión: «Cada vez que no ayudasteis a uno de estos pequeños, lo dejasteis de hacer conmigo». Quienes se han apartado de los que sufren, se han apartado de Jesús. Es lógico que ahora les diga: «Apartaos de mí». Seguid vuestro camino…

Nuestra vida se está jugando ahora mismo. No hay que esperar ningún juicio. Ahora nos estamos acercando o alejando de los que sufren. Ahora nos estamos acercando o alejando de Cristo. Ahora estamos decidiendo nuestra vida.”
José Antonio Pagola

Nuevo video y artículo

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Nunca olvidemos agradecer
Una vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

El día 20 de este mes, recibimos el siguiente mensaje:
Mañana hace tres años que en “Pequeñas Semillitas”, en los pedidos de oración se rezó por mí, para que recuperase la vista ya que la había perdido casi por completo. El día que me operaban por cuarta vez, escuchaba el evangelio de la curación del ciego. Pasaron seis meses de oscuridad y hoy puedo  hacer vida normal.
Gracias a Dios, a vosotros que pedisteis por mí y a toda mi familia y amigos, que me cuidaron y confiaron en el poder de la oración.
Hoy recuerdo esos días con especial alegría, he confirmado aquello que nos dijo Jesús "Cuando dos o más personas se reúnen en mi nombre, yo estaré allí"  y a pesar de no conocernos, de que nos separan miles de kilómetros, los milagros siguen existiendo.
Gracias a "Pequeñas Semillitas" desde Madrid, por la labor que realiza todos los días aportando un poco de aire fresco y esperanza.
María Luisa Martínez Robles

Un estímulo todos los días
Noviembre 23
La Biblia nos enseña que somos como un cuerpo, donde cada uno tiene algo que aportar para bien de todos. Por eso, el ojo no puede decirle a la mano: “¡No te necesito!” (cf. 1 Cr 12,21). Es importante descubrir el mensaje de este texto. No dice simplemente que debemos estar dispuestos a servir a los demás, sino que tenemos que saber recibir algo de los demás, valorar lo que ellos tienen para ofrecernos y dejarnos enriquecer por ellos.
A veces vivimos como si pudiéramos defendernos solos y nos avergüenza tener que pedir ayuda. Pero la realidad es que siempre dependemos de otros. La sociedad y la Iglesia pueden funcionar porque estamos permanentemente dando y recibiendo, intercambiando dones.
Si no sé reconocer y valorar lo que recibo de los demás no es porque ellos no tienen nada para enseñarme o para darme, sino porque yo soy incapaz de descubrirlo. Hace falta volverse muy sensible y receptivo para descubrir que todos, absolutamente todos, tienen algo para ofrecerme, que en todos ellos hay un mensaje de Dios para mí.
No puedo decirle a nadie que no lo necesito o que no me sirve para nada. Todos los que tengo cerca son instrumentos que Dios utiliza para bendecir mi vida. Y yo soy un instrumento para bendecirlos a ellos. La vida es un admirable y constante intercambio.
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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