PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 10 - Número 2616 ~
Domingo 1 de Marzo de 2015
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Hoy Jesús nos invita al Tabor, a una experiencia gozosa
de Dios, a subir con él a la montaña, a contemplar la manifestación del Padre.
Subir a la montaña, símbolo de lo inmenso y majestuoso, supone elevación,
retiro, anhelo de limpieza y belleza, silencio gratificante, oración, paz, esfuerzo, tensión y superación en el
ascenso, lucha contra la comodidad, mirada a la cima... Siempre más.
Pero también Jesús nos invita a superar la tentación de
instalarnos en nuestras pequeñas tiendas de insolidaridad, egoísmo,
incoherencia, comodidad, rutina… Nos
anima a bajar de las nubes e implicarnos en la realidad de la vida cotidiana, a
seguir viviendo y anunciando la Buena Noticia con rostro alegre y
“transfigurado”.
No es posible detenerse en el camino de seguimiento de Jesús. Hay que continuar
caminando. Seguimos a Jesús. Él nos precede y acompaña.
¡Buenos días!
Tu vida es un reflejo
Hoy puedes
quejarte por el día lluvioso, o puedes dar gracias a Dios porque gratis riegan
tu jardín. Hoy puedes quejarte de tu salud o alegrarte porque estás vivo. Hoy
puedes enojarte por ir a trabajar o puedes gozar la alegría de tener trabajo.
El día saldrá como tú le des forma. Lo que suceda hoy depende de ti, de nadie
más.
Un hijo y su padre, paseaban por las
montañas. De repente, el hijo se cae, se lastima y grita: ¡Aaah! Asombrado, oye
una voz que repite: ¡Aaah! Con curiosidad el niño grita: ¿Quién está ahí? Y le
responden: ¿Quién está ahí? Enojado por la burla, el niño grita: ¡Cobarde! Y le
remedan: ¡Cobarde! El niño mira a su padre y le pregunta: ¿Qué sucede? El
padre, sonríe y le dice: Hijo mío, fíjate. Y el padre grita a la montaña: ¡Te
admiro! Y la voz responde: ¡Te admiro! De nuevo, el hombre grita: ¡Eres un
campeón! Y responden: ¡Eres un campeón! El niño estaba maravillado, pero no
entendía. Entonces el padre le explica: La gente lo llama eco, pero en realidad
es la vida. Te devuelve todo lo que dices o haces.
La vida te
devolverá exactamente aquello que tú le has dado. Tu vida no es una
coincidencia, es un reflejo de ti. Alguien dijo: si no te gusta lo que recibes,
revisa muy bien lo que estás dando. Cultiva pues actitudes de confianza,
optimismo, serenidad…
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y
Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró
delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos,
tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es
estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra
para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados. Entonces
se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube:
«Este es mi Hijo amado, escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no
vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie
contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre
los muertos. (Mc 9,2-10)
Comentario
Hoy contemplamos la escena «en la que los tres apóstoles
Pedro, Santiago y Juan aparecen como extasiados por la belleza del Redentor»
(Juan Pablo II): «Se transfiguró delante de ellos y sus vestidos se volvieron
resplandecientes» (Mc 9,2-3). Por lo que a nosotros respecta, podemos
entresacar un mensaje: «Destruyó la muerte e irradió la vida incorruptible con
el Evangelio» (2Tim 1, 10), asegura san Pablo a su discípulo Timoteo. Es lo que
contemplamos llenos de estupor, como entonces los tres Apóstoles predilectos,
en este episodio propio del segundo domingo de Cuaresma: la Transfiguración.
Es bueno que en nuestro ejercicio cuaresmal acojamos este
estallido de sol y de luz en el rostro y en los vestidos de Jesús. Son un
maravilloso icono de la humanidad redimida, que ya no se presenta en la fealdad
del pecado, sino en toda la belleza que la divinidad comunica a nuestra carne.
El bienestar de Pedro es expresión de lo que uno siente cuando se deja invadir
por la gracia divina.
El Espíritu Santo transfigura también los sentidos de los
Apóstoles, y gracias a esto pueden ver la gloria divina del Hombre Jesús. Ojos
transfigurados para ver lo que resplandece más; oídos transfigurados para
escuchar la voz más sublime y verdadera: la del Padre que se complace en el
Hijo. Todo en conjunto resulta demasiado sorprendente para nosotros, avezados
como estamos al grisáceo de la mediocridad. Sólo si nos dejamos tocar por el
Señor, nuestros sentidos serán capaces de ver y de escuchar lo que hay de más
bello y gozoso, en Dios, y en los hombres divinizados por Aquel que resucitó
entre los muertos.
«La espiritualidad cristiana -ha escrito Juan Pablo II-
tiene como característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más
plenamente con su Maestro», de tal manera que -a través de una asiduidad que
podríamos llamar "amistosa"- lleguemos hasta el punto de «respirar
sus sentimientos». Pongamos en manos de Santa María la meta de nuestra
verdadera "trans-figuración" en su Hijo Jesucristo.
Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)
Cada día de Cuaresma
Día 12: Del Tabor al Calvario
Jesús había declarado a sus discípulos lo que iba a
sufrir y padecer en Jerusalén, antes de morir a manos de los príncipes y
sacerdotes. Los Apóstoles quedaron sobrecogidos y entristecidos por este
anuncio. La ternura de Jesús les da ahora “una gota de miel” a los tres que
serán testigos de su agonía en el huerto de los Olivos, Pedro, Santiago y Juan:
les hace que contemplen su glorificación. Mientras Él oraba, cambió el aspecto
de su rostro y su vestido se volvió blanco, resplandeciente (Lucas 9, 29). Y le
ven conversar con Elías y Moisés, que aparecían gloriosos. Pedro exclama:
Señor, ¡bueno es permanecer aquí! Hagamos tres tiendas... El evangelista,
refiriéndose a este suceso, comenta “no sabía lo que decía”: porque lo bueno,
lo que importa, no es hallarse aquí o allá, sino estar siempre con Jesús, en
cualquier parte, y verle detrás de las circunstancias en las que nos
encontramos. Si permanecemos con Jesús, estaremos muy cerca de los demás y
seremos felices en cualquier lugar o situación en que nos encontremos.
La existencia de los hombres es un caminar hacia el
Cielo, nuestra morada (2 Corintios 5, 2). Caminar en ocasiones es áspero y
dificultoso, porque con frecuencias hemos de ir contra corriente y tendremos
que luchar con muchos enemigos de dentro de nosotros mismos y de fuera. Pero
quiere el Señor confortarnos con la esperanza del Cielo, de modo especial en
los momentos más duros o cuando la flaqueza de nuestra condición se hace más
patente. El atisbo de gloria que tuvo el Apóstol lo tendremos en plenitud en la
vida eterna. El pensamiento de la gloria que nos espera debe espolearnos en
nuestra lucha diaria. Nada vale tanto como ganar el Cielo.
Lo normal para los Apóstoles fue ver al Señor sin
especiales manifestaciones gloriosas, lo excepcional fue verlo transfigurado. A
este Jesús debemos encontrar nosotros en nuestra vida ordinaria, en medio del
trabajo, en la calle, en quienes nos rodean, en la oración, cuando nos perdona
en la Confesión, y sobre todo, en la Sagrada Eucaristía, donde se encuentra
verdadera, real y sustancialmente presente. Pero no se nos muestra con
particulares manifestaciones. Más aún, hemos de aprender a descubrir al Señor
detrás de lo ordinario, de lo corriente, huyendo de la tentación de desear lo
extraordinario. Nunca debemos olvidar que aquel Jesús con el que estuvieron en
el monte Tabor aquellos tres privilegiados es el mismo que está junto a
nosotros cada día, ahora mismo. Esta Cuaresma será distinta si nos esforzamos
en actualizar esa presencia divina en lo habitual de cada día.
P. Francisco Fernández Carvajal
Palabras de San Juan Pablo II
"Hoy se exalta con frecuencia el placer, el egoísmo,
o incluso la inmoralidad, en nombre de falsos ideales de libertad y felicidad.
La pureza de corazón, como toda virtud, exige un entrenamiento diario de la
voluntad y una disciplina constante interior. Exige, ante todo, el asiduo
recurso a Dios en la oración… [también] Pidamos juntos a Dios, rico de
misericordia y de perdón, que apague los sentimientos de odio en el ánimo de
las poblaciones, que haga cesar el horror del terrorismo y guíe los pasos de
los responsables de las naciones por el camino de la comprensión recíproca, de
la solidaridad y la reconciliación"
Tema del día:
No confundir a nadie con
Jesús
Según el evangelista, Jesús toma consigo a Pedro,
Santiago y Juan, los lleva aparte a una montaña, y allí «se transfigura delante
de ellos». Son los tres discípulos que, al parecer, ofrecen mayor resistencia a
Jesús cuando les habla de su destino doloroso de crucifixión.
Pedro ha intentado incluso quitarle de la cabeza esas
«ideas absurdas». Los hermanos Santiago y Juan le andan pidiendo los primeros
puestos en el reino del Mesías. Ante ellos precisamente se transfigurará Jesús.
Lo necesitan más que nadie.
La escena, recreada con diversos recursos simbólicos, es
grandiosa. Jesús se les presenta «revestido» de la gloria del mismo Dios. Al
mismo tiempo, Elías y Moisés, que según la tradición, han sido arrebatados a la
muerte y viven junto a Dios, aparecen conversando con él. Todo invita a intuir
la condición divina de Jesús, crucificado por sus adversarios, pero resucitado
por Dios.
Pedro reacciona con toda espontaneidad: «Señor, ¡qué bien
se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y
otra para Elías». No ha entendido nada. Por una parte, pone a Jesús en el mismo
plano y al mismo nivel que a Elías y Moisés: a cada uno su tienda. Por otra
parte, se sigue resistiendo a la dureza del camino de Jesús; lo quiere retener
en la gloria del Tabor, lejos de la pasión y la cruz del Calvario.
Dios mismo le va a corregir de manera solemne: «Éste es
mi Hijo amado». No hay que confundirlo con nadie. «Escuchadle a él», incluso
cuando os habla de un camino de cruz, que termina en resurrección.
Sólo Jesús irradia luz. Todos los demás, profetas y
maestros, teólogos y jerarcas, doctores y predicadores, tenemos el rostro
apagado. No hemos de confundir a nadie con Jesús. Sólo él es el Hijo amado. Su
Palabra es la única que hemos de escuchar. Las demás nos han de llevar a él.
Y hemos de escucharla también hoy, cuando nos habla de
«cargar la cruz» de estos tiempos. El éxito nos hace daño a los cristianos. Nos
ha llevado incluso a pensar que era posible una Iglesia fiel a Jesús y a su
proyecto del reino, sin conflictos, sin rechazo y sin cruz. Hoy se nos ofrecen
más posibilidades de vivir como cristianos «crucificados». Nos hará bien. Nos
ayudará a recuperar nuestra identidad cristiana.
© José Antonio Pagola
Nuevo vídeo y artículo
Hay un nuevo vídeo subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo
II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas diferentes para
tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad
de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar
gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde la ciudad de Buenos Aires, Argentina, llega el
agradecimiento a Dios y a todos los que rezaron por Lorena Carla, que fue operada con éxito y dada de alta. Todavía
ella necesita de nuestras oraciones para terminar de superar todos sus
problemas.
Desde Las Tunas, Cuba, agradecen a Dios y a la Virgen de
la Caridad del Cobre por haber escuchado las oraciones hechas para José Salvador, que ha viajado a Uruguay
a trabajar en su profesión de ingeniero.
Nuestro lector Juan
David C. C. agradece por los seis meses que ya lleva leyendo “Pequeñas
Semillitas”.
Desde México, Isabel escribe para agradecer las oraciones hechas por la salud de María Guadalupe M. B., quien -gracias a Dios- despertó del coma el día 13 de febrero sólo para poder despedirse de su hijo, y al día siguiente partió al cielo en paz.
Desde México, Isabel escribe para agradecer las oraciones hechas por la salud de María Guadalupe M. B., quien -gracias a Dios- despertó del coma el día 13 de febrero sólo para poder despedirse de su hijo, y al día siguiente partió al cielo en paz.
Estadísticas
El siguiente es el estado demostrativo de la cantidad de
visitas registradas en los dos blogs que llevamos adelante en internet: "Pequeñas Semillitas" y "Juan Pablo II inolvidable".
Esta información se publica el primer día de cada mes.
Debe recordarse que las visitas se cuentan desde el
inicio de cada uno de ellos que ha sido en fechas distintas:
Desde el 1º de Marzo de 2007 hasta hoy ha sido visitado
por 2.123.674 lectores. Durante el
último mes (febrero 2015) registró 15.230
nuevas visitas.
Desde el 25 de Diciembre de 2009 hasta hoy ha sido
visitado por 425.383 lectores. Durante el último mes (febrero 2015)
registró 4.244 nuevas visitas.
Unidos a María
María es la
vencedora del Infierno y aleja de nosotros a los enemigos infernales cuando
éstos quieren acercarse para dañarnos. Debemos tener una gran confianza en el
poder de María que Ella quiere usar en favor nuestro. Para ello debemos
invocarla frecuentemente con el Avemaría, oración que hace temblar al Infierno,
y también es necesario que pronunciemos frecuentemente el nombre de María junto
al de Jesús, esto será un buen remedio para ahuyentar las tentaciones del
Maligno enemigo y protegernos de sus ataques y astucias. María es nuestro
escudo y de su mano no debemos temer a nada ni a nadie, porque con Ella estamos
bien protegidos y seguros.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
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