PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3078 ~ Domingo 24 de Julio de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En
el evangelio de hoy los discípulos se acercan a Jesús y le piden al Señor que
les enseñe cómo orar. Además de un
formulario de rezo, quieren saber qué cosas deberían pedir de Dios.
La
verdad es que no es necesariamente malo pedir cosas para nosotros mismos... Sin
embargo, nuestra oración debería hacer hincapié en algo más céntrico a nuestro
sumo bien. Deberíamos pedir una mayor
relación con el Señor Jesús. En el
evangelio Jesús recomienda a sus discípulos que soliciten de Dios Padre su
“Reino”. Esto es la plenitud del amor
que supera toda dificultad. Lo
encontramos nosotros en Jesús crucificado y resucitado de la muerte.
La
segunda lectura hoy describe el Reino en términos de la vida nueva
experimentada por Jesús. Dice que por el
bautismo nosotros participamos en esta vida que nos exonera de todo pecado. Ya
ni nuestros pecados del pasado ni la incertidumbre del futuro pueden quitarnos
la paz. Porque estamos con Jesús, quedamos seguros que todo resultará bien. Aún
las amenazas de los terroristas no nos causan gran dificultad.
Jesús
señala que Dios no es sólo justo sino también amoroso. Sus parábolas muestran a un Padre a lo cual
no se puede fatigar con peticiones. Al
contrario, Él está listo para apoyar a aquellos que se le acercan con corazón
sincero. Como el hombre que viene a medianoche pidiendo pan, a veces nosotros
parecemos pretensiosos en nuestras expectativas de Dios. Un enfermo dice al
sacerdote que siente avergonzado pidiendo los sacramentos después de años sin
ir a misa. Pero no es necesaria la vergüenza. Con amor infinito Dios sólo
quiere que nos volvamos a él.
Podemos
pedir a Dios en la oración el mayor conocimiento de Jesús que vale más que mil
cosas. Con Él tenemos el bien que sobrepasa la belleza y la riqueza. Con Él
tenemos la vida que ni los terroristas pueden aniquilar. Con Jesús tenemos el cumplimiento
del Reino de Dios.
* P. Carmelo Mele O.P.
¡Buenos días!
Decidido y entusiasta
El
buen marino de un barco de velas, está siempre atento y obra con habilidad
cuando percibe que se levanta una brisa, aunque muy suave. Tú también permanece
alerta y cuando surja en tu interior un impulso a la buena acción, por pequeño
que sea, despliega al punto tus velas y obra decididamente. Como decía san
Agustín: “La gracia pasa y no vuelve”.
Uno de los defectos más comunes de la naturaleza
humana es diferir lo que deberíamos y podríamos hacer ahora. Más claramente es
“patear la pelota para adelante”, como suele decirse. Cuántas hermosas
iniciativas han muerto por esta concesión a la pereza. Hay quienes se han hecho
especialistas en buscar excusas para evadir lo que urge llevar a cabo hoy.
Aprovecha, pues, bien el tiempo y repite en tus adentros una y otra vez la
frase que te impulsará a la acción: “procederé ahora mismo, ya, ya, ya”. Así
harás fecunda tu vida. Para esto Dios te regala un nuevo día.
“Procederé
ahora mismo”. Con estas palabras puedes preparar tu mente para realizar todo
acto necesario para lograr tus metas; con ellas harás frente a todo desafío que
los fracasados eluden. Hoy es el momento oportuno. Este es el lugar. El impulso
inicial tómalo al principio de la jornada, orando así: “Con tu ayuda, Señor,
hoy seré decidido y entusiasta”.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
Un
día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de
sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus discípulos».
Les dijo: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu
reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos todos los que nos han ofendido. Y no nos
expongas a la tentación’».
También
les dijo Jesús: «Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y que a
medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque otro
amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que ofrecerle’.
Sin duda, aquel le contestará desde dentro: ‘¡No me molestes! La puerta está
cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada’.
Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se
levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo:
Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá.
Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta,
se le abre. ¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo
una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un
huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros
hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a
quienes se lo pidan!». (Lc 11,1-13)
Comentario:
Hoy,
Jesús en oración nos enseña a orar. Fijémonos bien en lo que su actitud nos
enseña. Jesucristo experimenta en muchas ocasiones la necesidad de encontrarse
cara a cara con su Padre. Lucas, en su Evangelio, insiste sobre este punto.
¿De
qué hablaban aquel día? No lo sabemos. En cambio, en otra ocasión, nos ha
llegado un fragmento de la conversación entre su Padre y Él. En el momento en
que fue bautizado en el Jordán, cuando estaba orando, «y vino una voz del
cielo: ‘Tú eres mi hijo; mi amado, en quien he puesto mi complacencia’» (Lc
3,22). Es el paréntesis de un diálogo tiernamente afectuoso.
Cuando,
en el Evangelio de hoy, uno de los discípulos, al observar su recogimiento, le
ruega que les enseñe a hablar con Dios, Jesús responde: «Cuando oréis, decid:
‘Padre, santificado sea tu nombre…’» (Lc 11,2). La oración consiste en una
conversación filial con ese Padre que nos ama con locura. ¿No definía Teresa de
Ávila la oración como “una íntima relación de amistad”: «estando muchas veces
tratando a solas con quien sabemos que nos ama»?
Benedicto
XVI encuentra «significativo que Lucas sitúe el Padrenuestro en el contexto de
la oración personal del mismo Jesús. De esta forma, Él nos hace participar de
su oración; nos conduce al interior del diálogo íntimo del amor trinitario; por
decirlo así, levanta nuestras miserias humanas hasta el corazón de Dios».
Es
significativo que, en el lenguaje corriente, la oración que Jesucristo nos ha
enseñado se resuma en estas dos únicas palabras: «Padre Nuestro». La oración
cristiana es eminentemente filial.
La
liturgia católica pone esta oración en nuestros labios en el momento en que nos
preparamos para recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Las siete
peticiones que comporta y el orden en el que están formuladas nos dan una idea
de la conducta que hemos de mantener cuando recibamos la Comunión Eucarística.
* Abbé Jean GOTTIGNY (Bruxelles, Bélgica)
Palabras de San Juan Pablo II
“La
oración es el secreto para entrar y morar en la Voluntad de Dios […] La oración
es fiarse de Dios, ponerse en sus manos […] Orar es mantener la mirada fija en
Cristo […] Orar significa sumergirse con el espíritu de Dios, en actitud de
humilde adhesión a su voluntad. De este abandono confiado en Dios deriva la luz
interior que transfigura al hombre, convirtiéndolo en testigo de la
resurrección. Pero esto sólo puede suceder escuchando y siguiendo dócilmente a
Cristo hasta la pasión y la cruz. Por tanto, debemos mirarlo a él «porque sólo
en él, Hijo de Dios, hay salvación».”
Predicación del Evangelio:
Saber pedir al Padre
Jesús
oraba muchas veces. Los buenos israelitas solían hacerlo tres veces al día. Por
eso no era extraño para los apóstoles ver a Jesús que se ponía a orar. Lo que
les impactaba no era el hecho de orar, sino la manera de orar: el darse cuenta
que Jesús hablaba verdaderamente con otra persona, que era su Padre, y quizá
muchas veces le escucharían las palabras tiernas que dirigía a su Padre
celestial. Por eso una vez que terminó su oración, le dijeron: “Señor,
enséñanos a orar”. Un motivo, por lo que se lo dijeron, era porque Juan
Bautista había enseñado a orar a sus propios discípulos.
Jesús,
como respuesta, les enseñó el Padrenuestro. Es muy posible que no fuese una
oración en concreto enseñada una sola vez, sino que en diferentes momentos les
fue enseñando cómo hablar con Dios y los deseos y peticiones más importantes.
De esas enseñanzas, que solían ser parecidas, san Mateo nos presenta el
“padrenuestro”, como lo conocemos, y san Lucas lo presenta un poquito más
abreviado.
Lo
primero que enseña Jesús es a llamar “Padre” a Dios. Con ello nos acercaba
mucho más a la divinidad y nos mostraba lo principal de Dios, que es su amor.
Si Dios es nuestro Padre (o Madre), tenemos que querer que así sea conocido por
muchos. Ese es nuestro primer deseo, que es parecido al segundo: Que reine
sobre nosotros. Quiere decir que se extienda más su reino de amor: que todos
nos comportemos como hermanos y vivamos en la alegría de cumplir sus mandatos,
pues es lo que nos dará la verdadera felicidad. Después pedimos lo necesario
para nuestra vida. Hay que tener en cuenta que Jesús nos enseñó a pedir en
comunidad, aunque uno rece solo. Por eso este alimento lo pedimos para todos,
especialmente para los más necesitados. Luego le pedimos el perdón, que está
supeditado a que lo tengamos entre nosotros. Y, como somos débiles, le pedimos
no tener tantos peligros para caer en el mal.
Jesús
nos dice que pidamos, porque Dios escucha nuestra oración. Sin embargo todos
tenemos experiencias de muchas oraciones que creemos no han sido atendidas.
Jesús nos dice que Dios atiende todas nuestras plegarias, porque está con
nosotros, nos escucha y quiere nuestro bien. Lo malo es que a veces somos
nosotros los que no sabemos lo que nos conviene y oramos mal. La oración, si la
consideramos como unión con Dios, siempre es provechosa y puede ser constante,
aunque ocupemos el tiempo en diversos menesteres. Pero cuando hablamos de la
oración como petición, suele haber dos extremos defectuosos. Hay quienes
piensan que no se debe orar sino trabajar más. Algunos sin fe piensan que la
oración es pura fantasía o tienen una idea de Dios falsa, como si fuese un
tirano. Para otros en cambio, que se pasan de vagos o perezosos, la oración
debe llenar todo, de modo que Dios les solucione todos los problemas
materiales. Otra cosa son los religiosos de vida contemplativa, que trabajan de
verdad mucho... La realidad es que ni
Dios lo quiere hacer todo por sí mismo, ni nosotros podemos hacerlo todo por
nosotros mismos. Es difícil el equilibrio.
Hoy
Jesús nos enseña que muchas veces debemos acudir a Dios. Algunas veces
pediremos cosas necesarias materiales; pero lo importante es pedir lo más
conveniente para nuestra salvación, que Dios sabe mejor que nosotros. De
nuestra parte debemos poner mucha confianza y total entrega al amor de Dios
Padre.
* Padre Silverio Velasco (España)
Nuevo vídeo y artículo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página.
Hay
nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes
acceder en la dirección:
Agradecimientos
Dicen
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Desde
Guatemala llega un agradecimiento por las oraciones hechas por la salud de Enrique R., que tenía cáncer de
páncreas, y que finalmente ya está en la presencia de Dios. Su vida fue
testimonio del amor inmenso de Dios inclusive durante el largo tiempo de su enfermedad,
pues fue un hombre bueno y aprovechó cada momento para alabar a Dios nuestro
Señor.
El
autor de esta página agradece a Dios y a quienes rezaron por los buenos
resultados se sus exámenes médicos.
Desde
Bogotá, Colombia, Carlos C. O.
escribe y dice: “Agradezco al Señor y a la Santísima Virgen su presencia en mi
vida personal, familiar, laboral y social. Especialmente por las gracias
recibidas por mi hijo Carlos quien ha terminado exitosamente su Maestría en
Economía y acaba de firmar un contrato con el Banco Mundial. También agradezco
al Señor que se me ha convocado por la Fundación Universitaria del Área Andina
para que me desempeñe como tutor de medio tiempo ejecutando áreas propias de
las Ciencias Sociales.
Y
este es un agradecimiento especial: el pasado 19 de julio, nuestro querido
amigo el P. Félix María Bruno
(“Lucho” para los amigos), ha cumplido 95 años de edad y en pocos días cumple
68 años como sacerdote salesiano. Es de Córdoba, Argentina, pero hace muchos
años vive y trabaja en un Colegio de Montevideo, Uruguay, y desde el principio
ha acompañado y asesorado a “Pequeñas Semillitas”. Transcribo a continuación
sus palabras: “Agradecimiento a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo,
a María Santísima, a mis familiares, a mis hermanos salesianos y a todos los
que rezaron por mis 95 años. Para todos ellos mi agradecimiento con mis
oraciones. Y mi gran pedido: que dios, cuando venga a buscarme, me encuentre
aferrado a las manos de María y conceda muchas vocaciones al sacerdocio y a la
vida religiosa. ¡Gracias y que Jesús y María estén con todos ustedes!
Padre Félix M. Bruno SDB
Los cinco minutos de Dios
Julio 24
Alguien
expresó varios pensamientos que no requieren comentario:
“Cuando
otro actúa de cierta forma, es perverso; cuando tú lo haces, son los nervios.
Cuando es inflexible en su actitud, es obstinado; cuando tú lo eres, es
solamente firmeza. Cuando le disgustan tus amigos, tiene algún prejuicio;
cuando a ti te disgustan los suyos, simplemente tienes un buen criterio sobre
la naturaleza humana. Cuando trata de ser complaciente, es adulador; cuando tú
lo haces, estás demostrando tacto. Cuando tarda en hacer las cosas, es terriblemente
lento; cuando tú tardas años, eres cauto. Cuando encuentra defectos, es un
desubicado; cuando tú lo haces, muestras discernimiento.”
Para
pensar con detención y con sinceridad…
“Porque con el criterio con que ustedes juzguen se
los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes” (Mt 7,2). La
delicadeza en el trato con los demás es una virtud no tan conocida; sin embargo
es muy beneficiosa para las mutuas relaciones.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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