domingo, 25 de septiembre de 2016

Pequeñas Semillitas 3138

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3138 ~ Domingo 25 de Setiembre de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El Evangelio de hoy nos habla del infierno. Y esto sirve para recalcar que la existencia del infierno es dogma de fe. El infierno existe porque Dios lo dice, no porque yo lo entienda. Es lógico que yo no lo entienda por la limitación de mi entendimiento. Hay cosas que son verdad aunque yo no las entienda.
Aceptamos sin problema montones de cosas que no entendemos y también misterios que no afectan a nuestra vida. Nadie hace problema del misterio de la Trinidad. Le da lo mismo si en Dios hay tres personas o cinco. Pero el infierno irrita nuestra sensibilidad... Si existe muchos lo van a pasar muy mal. Muchos dicen que no creen porque nadie ha venido de allí.
Va de cuento: Iban un día de paseo dos peces por el mar. Y uno le dice al otro: «¿Ves aquella lombriz? Pues está colgada de un hilo prendido en la punta de una caña que está en manos de un hombre esperando que uno de nosotros se tire por la lombriz. Y al que lo hace, lo enganchan y a la sartén». Y el otro pez que se las daba de muy listo le contesta: «¿Y tú te crees el cuento de la sartén? ¡Si es un cuento de viejas! Ya lo contaba mi abuela. ¿Conoces a alguien que haya vuelto de la sartén? Si no quieres la lombriz, tú te la pierdes. Mía es». Se tiró por la lombriz, lo engancharon y terminó en la sartén como un pescado frito. ¡¡Y no volvió a decir al otro cómo le fue!! De la sartén no se vuelve.
De la sartén y del infierno no se sale. Nadie vuelve a decir cómo le fue. Por eso dijo Cristo «No hace falta que vaya nadie; ya tienen a los profetas. Si no hacen caso de ellos, no harán caso aunque se les aparezca un muerto». Y es que muchos no hacen caso de lo que dice la Iglesia.
*Padre Jorge Loring S.J.

¡Buenos días!

El General Belgrano vence a Tristán
“En la Sagrada Escritura encontramos pocas palabras de la Virgen, pero son como granos de oro puro: si los fundimos con el fuego de una amorosa contemplación, serán suficientes para irradiar sobre toda nuestra vida el esplendor luminoso de las virtudes de María”. Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).

El general Manuel Belgrano era devoto de la Virgen María. Pertenecía a la cofradía del Santo Rosario. Pidió que a su muerte se lo vistiera con el hábito de Santo Domingo. Fue enterrado dentro del templo. Cuando en septiembre de 1810, salió de Buenos Aires al frente de un pequeño ejército al Paraguay, al llegar a Luján, se detuvo y puso su nueva carrera bajo la protección de la Virgen. El 23 de septiembre de 1812, eligió a Nuestra Señora de la Merced su Generala y al día siguiente venció a Tristán en la batalla de Tucumán. Como trofeo se acuñaron medallas con esta inscripción: “Victoria del 24 de septiembre de 1812, bajo la protección de Nuestra Señora de las Mercedes, Generala del Ejército”.

Hay signos de que María, nuestra Madre celestial, se pone a nuestro lado de una manera especial en estos tiempos difíciles para la fe. Nos conmueve comprobar que esta buena Madre está preocupada por muchos hijos atrapados en las tinieblas del mundo, porque no le dan a Dios un lugarcito en su vida y en su tiempo (Mensajes de Medjugorje).
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Hasta los perros venían y le lamían las llagas.
»Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’.
»Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’». (Lc 16,19-31)

Comentario:
Hoy, Jesús nos encara con la injusticia social que nace de las desigualdades entre ricos y pobres. Como si se tratara de una de las imágenes angustiosas que estamos acostumbrados a ver en la televisión, el relato de Lázaro nos conmueve, consigue el efecto sensacionalista para mover los sentimientos: «Hasta los perros venían y le lamían las llagas» (Lc 16,21). La diferencia está clara: el rico llevaba vestidos de púrpura; el pobre tenía por vestido las llagas.
La situación de igualdad llega enseguida: murieron los dos. Pero, a la vez, la diferencia se acentúa: uno llegó al lado de Abraham; al otro, tan sólo lo sepultaron. Si no hubiésemos escuchado nunca esta historia y si aplicásemos los valores de nuestra sociedad, podríamos concluir que quien se ganó el premio debió ser el rico, y el abandonado en el sepulcro, el pobre. Está claro, lógicamente.
La sentencia nos llega en boca de Abraham, el padre en la fe, y nos aclara el desenlace: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males» (Lc 16,25). La justicia de Dios reconvierte la situación. Dios no permite que el pobre permanezca por siempre en el sufrimiento, el hambre y la miseria.
Este relato ha movido a millones de corazones de ricos a lo largo de la historia y ha llevado a la conversión a multitudes, pero, ¿qué mensaje hará falta en nuestro mundo desarrollado, hiper-comunicado, globalizado, para hacernos tomar conciencia de las injusticias sociales de las que somos autores o, por lo menos, cómplices? Todos los que escuchaban el mensaje de Jesús tenían como deseo descansar en el seno de Abraham, pero, ¿cuánta gente en nuestro mundo ya tendrá suficiente con ser sepultados cuando hayan muerto, sin querer recibir el consuelo del Padre del cielo? La auténtica riqueza es llegar a ver a Dios, y lo que hace falta es lo que afirmaba san Agustín: «Camina por el hombre y llegarás a Dios». Que los Lázaros de cada día nos ayuden a encontrar a Dios.
* Rev. D. Valentí ALONSO i Roig (Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II
"María, ayúdanos a ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor, para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, caracterizado aún por tensos contrastes e inauditas violencias, reconozcan en el Niño que está en tus brazos al único Salvador del mundo, fuente inagotable de la paz verdadera, a la que todos aspiran en lo más profundo del corazón".

Predicación del Evangelio:
No ignorar al que sufre
El contraste entre los dos protagonistas de la parábola es trágico. El rico se viste de púrpura y de lino. Toda su vida es lujo y ostentación. Sólo piensa en «banquetear espléndidamente cada día». Este rico no tiene nombre pues no tiene identidad. No es nadie. Su vida vacía de compasión es un fracaso. No se puede vivir sólo para banquetear.

Echado en el portal de su mansión yace un mendigo hambriento, cubierto de llagas. Nadie le ayuda. Sólo unos perros se le acercan a lamer sus heridas. No posee nada, pero tiene un nombre portador de esperanza. Se llama «Lázaro» o «Eliezer», que significa «Mi Dios es ayuda».

Su suerte cambia radicalmente en el momento de la muerte. El rico es enterrado, seguramente con toda solemnidad, pero es llevado al «Hades» o «reino de los muertos». También muere Lázaro. Nada se dice de rito funerario alguno, pero «los ángeles lo llevan al seno de Abrahán». Con imágenes populares de su tiempo, Jesús recuerda que Dios tiene la última palabra sobre ricos y pobres.

Al rico no se le juzga por explotador. No se dice que es un impío alejado de la Alianza. Simplemente, ha disfrutado de su riqueza ignorando al pobre. Lo tenía allí mismo, pero no lo ha visto. Estaba en el portal de su mansión, pero no se ha acercado a él. Lo ha excluido de su vida. Su pecado es la indiferencia.

Según los observadores, está creciendo en nuestra sociedad la apatía o falta de sensibilidad ante el sufrimiento ajeno. Evitamos de mil formas el contacto directo con las personas que sufren. Poco a poco, nos vamos haciendo cada vez más incapaces para percibir su aflicción.

La presencia de un niño mendigo en nuestro camino nos molesta. El encuentro con un amigo, enfermo terminal, nos turba. No sabemos qué hacer ni qué decir. Es mejor tomar distancia. Volver cuanto antes a nuestras ocupaciones. No dejarnos afectar.

Si el sufrimiento se produce lejos es más fácil. Hemos aprendido a reducir el hambre, la miseria o la enfermedad a datos, números y estadísticas que nos informan de la realidad sin apenas tocar nuestro corazón. También sabemos contemplar sufrimientos horribles en el televisor, pero, a través de la pantalla, el sufrimiento siempre es más irreal y menos terrible. Cuando el sufrimiento afecta a alguien más próximo a nosotros, no esforzamos de mil maneras por anestesiar nuestro corazón.

Quien sigue a Jesús se va haciendo más sensible al sufrimiento de quienes encuentra en su camino. Se acerca al necesitado y, si está en sus manos, trata de aliviar su situación.
* José Antonio Pagola

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página

Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

De Buenos Aires, Argentina, llega una nota pidiendo agradecer a Dios y a todos quienes rezaron por Felicitas, una bebé de tres meses que fue operada de un tumor de estómago, que estaba encapsulado y pudo ser extirpado con éxito, de tal manera que la niñita está ahora bien y en su casa.

Desde la ciudad de Córdoba, en Argentina, agradecemos por la lenta pero buena evolución de María del Rosario, una joven que tuvo un brote psicótico y debió ser internada. Ya en su domicilio, con medicación, está comenzando a salir e incluso ha concurrido a la iglesia de su barrio. Que el Señor afiance su mejoría hasta llegar a la total recuperación.

Desde Canals, Córdoba, Argentina, Mary nos escribe y dice: “Agradezco a Dios por mi familia, por la evolución favorable de los enfermitos por los cuales estoy pidiendo oración, por mis incondicionales amigos y por la vida misma que Dios me dio. Eternamente agradecida.”

Desde León, Gto., México, llega un agradecimiento de Paty por las oraciones hechas en favor de Ana Paula, quien ya está en su casa recuperándose.

Desde la ciudad de San Juan, Argentina, Cristina escribe para agradecer especialmente en este día de la Virgen de San Nicolás (advocación mariana argentina), la gracia que Dios les regaló a ella y a su esposo Enrique, que es tener hace cinco meses a Luciano (4 años) y Malena (2 años), dos niños hermanitos que están viviendo en su hogar en espera de la resolución judicial para que sean sus hijos del corazón. ¡Que la Virgen María les conceda pronto esa gracia tan hermosa!

Los cinco minutos de Dios
Setiembre 25
Vivimos en el mundo del movimiento y del ruido; hoy es imposible detenerse y, sin embargo, quizá por eso mismo estamos obligados a buscar el silencio.
Pero un silencio que no sea tanto externo cuanto interno; un silencio que imponga el ordenamiento de todos nuestros afectos y sentimientos, de nuestros pensamientos e incluso de nuestros problemas y preocupaciones.
Silencio, ante actitudes que pueden herirnos, ante palabras no del todo acertadas, ante olvidos que nosotros no esperábamos.
En esas ocasiones el canto del silencio, en lugar de elevar la estridencia de los gritos o la amargura de la discusión, será más beneficioso.
Ese canto del silencio solamente lo pueden entonar los hombres que saben dominarse a sí mismos y a las circunstancias en las que deben actuar.
“Más vale maña que fuerza; pero la sabiduría del pobre es despreciada y nadie escucha sus palabras; las palabras de los sabios oídas con clama, valen más que los gritos del que gobierna a los necios” (Ecl 9,16-17). No es, entonces, cuestión de hablar mucho, sino de saber hablar lo necesario, y lo conveniente; en no pocas ocasiones será el silencio el que mejor toque el corazón.
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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