PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3204 ~ Sábado 3 de Diciembre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Antes
de venida del Mesías, el mundo estaba sepultado en una noche tenebrosa de
ignorancia y de pecados. Apenas el verdadero Dios era conocido en un solo
ángulo de la tierra: en Judea. En lo restante reinaba la más espantosa
idolatría. Todo lo ocupaba la noche del pecado, el cual ciega a las almas y las
llenas de vicios, y las priva de ver el miserable estado en que viven, enemigas
de Dios, condenadas al infierno; pudiendo decir con el Salmista: ’Pusiste tinieblas, y fue hecha la noche; en
ella transitarán todas las bestias de la selva’.
De
estas tinieblas, pues, vino Jesús a libertar al mundo. Lo libró de la
idolatría, dando a conocer al verdadero Dios, y lo libró del pecado con la luz
de su doctrina y de sus divinos ejemplos; pues como dice san Juan: ‘Para esto apareció el Hijo de Dios, para
deshacer las obras del diablo’. Predijo el profeta Jeremías, que Dios debía
crear un nuevo niño, para ser el Redentor de los hombres: Creavit Dominus novum super terram.
Este
nuevo niño fue Jesucristo; él es el Hijo de Dios, que enamora al paraíso, y es
el amor del Padre, el cual habló de esta manera: ‘Este es mi Hijo el amado, en
quién yo mucho me he complacido’.
Y
este Hijo es aquel que se ha hecho niño, habiendo dado más gloria y honor en el
primer momento que ha sido criado, que le han dado y estarán para darle todos
los Ángeles y Santos juntos por toda una eternidad. Por esto en el nacimiento
de Jesús cantaron los ángeles: ‘Gloria a
Dios en las alturas’. Ha dado, repito, a Dios más gloria Jesús aun niño,
que le quitaron todos los hombres.
Cobremos,
pues ánimo nosotros pobres pecadores, ofrezcamos al eterno Padre este Infante,
presentémosle las lágrimas, la obediencia, la humildad, la muerte y los méritos
de Jesucristo, y recompensaremos a Dios las injurias que le hemos hecho con
nuestras ofensas. (San
Alfonso María Ligorio)
¡Buenos días!
Un anciano y Madre Teresa
Por
un sentimiento de clemencia Jesús evitó que apedrearan a aquella mujer
sorprendida en adulterio. Se compadeció ante una viuda que había perdido a su
hijo, y se lo devolvió con vida. Ante la muerte de Lázaro, su amigo, lloró de
dolor antes de resucitarlo. Y frente a la multitud que parecía como ovejas sin
pastor, se compadeció y multiplicó los panes.
Una vez Madre Teresa fue a visitar a un anciano que
vivía solo. La casa estaba sucia. Intentó limpiarla, pero no se lo permitió.
“¿Para qué?, replicó el anciano. Nadie viene a verme”. Entre los andrajos, la
Madre Teresa encontró una magnífica lámpara cubierta de polvo. “¿Por qué no la
enciendes?, le dijo. “¿Para qué?, replicó el anciano. “Nadie viene a verme.
Estoy bien a oscuras “. “¿La encenderías si alguien viniera a verte?”, le
replicó Teresa. “Sí, la encendería con tal de escuchar una voz humana en esta
casa”. A los pocos días la Madre Teresa mandó a una de sus religiosas, y
recibió una nota brevísima del anciano: “Quiero decirte que la lámpara que prendiste
en mi vida sigue encendida”.
A
veces vemos personas necesitadas de misericordia: enfermos, solitarios,
ancianos tristes, niños abandonados, gente que duerme en la calle, marginados
de todo tipo. Estos prójimos necesitan ante todo sentir la cercanía y afecto de
alguien que les dé a comprender que no están ni sufren solos. Ojalá puedas
brindarles presencia humana
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus
sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y
toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque
estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus
discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la
mies que envíe obreros a su mies».
Y
llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para
expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce envió
Jesús, después de darles estas instrucciones: «Dirigíos más bien a las ovejas
perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está
cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios.
Gratis lo recibisteis; dadlo gratis». (Mt 9,35-10,1.6-8)
Comentario:
Hoy,
cuando ya llevamos una semana dentro del itinerario de preparación para la
celebración de la Navidad, ya hemos constatado que una de las virtudes que
hemos de fomentar durante el Adviento es la esperanza. Pero no de una manera
pasiva, como quien espera que pase el tren, sino una esperanza activa, que nos
mueve a disponernos poniendo de nuestra parte todo lo que sea necesario para
que Jesús pueda nacer de nuevo en nuestros corazones.
Pero
hemos de tratar de no conformarnos sólo con lo que nosotros esperamos, sino
—sobre todo— ir a descubrir qué es lo que Dios espera de nosotros. Como los
doce, también nosotros estamos llamados a seguir sus caminos. Ojalá que hoy
escuchemos la voz del Señor que —por medio del profeta Isaías— nos dice: «El
camino es éste, síguelo» (Is 30,21, de la primera lectura de hoy). Siguiendo
cada uno su camino, Dios espera de todos que con nuestra vida anunciemos «que
el Reino de Dios está cerca» (Mt 10,7).
El
Evangelio de hoy nos narra cómo, ante aquella multitud de gente, Jesús tuvo
compasión y les dijo: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al
Dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Mt 9,37-38). Él ha querido
confiar en nosotros y quiere que en las muy diversas circunstancias respondamos
a la vocación de convertirnos en apóstoles de nuestro mundo. La misión para la
que Dios Padre ha enviado a su Hijo al mundo requiere de nosotros que seamos
sus continuadores. En nuestros días también encontramos una multitud
desorientada y desesperanzada, que tiene sed de la Buena Nueva de la Salvación
que Cristo nos ha traído, de la que nosotros somos sus mensajeros. Es una
misión confiada a todos. Conocedores de nuestras flaquezas y handicaps,
apoyémonos en la oración constante y estemos contentos de llegar a ser así
colaboradores del plan redentor que Cristo nos ha revelado.
* Rev. D. Xavier PAGÉS i Castañer (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Francisco Javier
Sacerdote Misionero Jesuita
Nació
de familia noble en el Castillo de Javier (Navarra, España) el año 1506. En
1525 marchó a París a estudiar, y allí se encontró con el beato Pedro Fabro y
san Ignacio, que le contagiaron su ideal religioso. Se unió al grupo iniciado
por san Ignacio y fue uno de los miembros fundacionales de la Compañía de
Jesús. El año 1537 recibió la ordenación sacerdotal en Venecia, donde se dedicó
a obras de caridad. Tras breves estancias en Bolonia y Roma, el año 1541,
respondiendo a la petición del rey de Portugal de misioneros para sus
posesiones en Asia, marchó al Oriente, donde se convirtió en uno de los más
destacados misioneros de la historia de la Iglesia. Evangelizó incansablemente
la India, las islas Molucas y el Japón durante diez años, convirtió a muchos a
la fe y estableció comunidades cristianas. Murió el 3 de diciembre de 1552 en
la isla de Sanchón o Sancián, a las puertas de China. Pío XI lo declaró en 1927
patrono de las misiones, junto con santa Teresa del Niño Jesús.
Oración: Señor y Dios nuestro, tú has querido que
numerosas naciones llegaran al conocimiento de tu nombre por la predicación de
san Francisco Javier; infúndenos su celo generoso por la propagación de la fe,
y haz que tu Iglesia encuentre su gozo en evangelizar a todos los pueblos. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Palabras del Santo Padre Pío
“La
oración es la mejor arma que tenemos;
es
la llave del corazón de Dios.
Debes
hablarle a Jesús,
no
solo con tus labios sino con tu corazón.
En
realidad, en algunas ocasiones
debes
hablarle solo con el corazón”
Tema del día:
Lugares y símbolos del Adviento
1.-
El desierto, el ámbito donde clama
la voz del Señor a la conversión, donde mejor escuchar sus designios, el lugar
inhóspito que se convertirá en vergel, que florecerá como la flor del narciso.
2.-
El camino, signo por excelencia del Adviento, camino que lleva a Belén. Camino a recorrer y camino a preparar al
Señor. Que lo torcido se enderece y que lo escabroso se iguale.
3.-
La colina, símbolo del orgullo, la
prepotencia, la vanidad y la "grandeza" de nuestros cálculos y
categorías humanas, que son precisos abajar para la llegada del Señor.
4.-
El valle, símbolo de nuestro
esfuerzo por elevar la esperanza y mantener siempre la confianza en el Señor.
¡Qué los valles se levanten para que puedan contemplar al Señor!
5.-
El renuevo, el vástago, que
florecerá de su raíz y sobre el que se posará el Espíritu del Señor.
6.-
La pradera, donde habitarán y
pacerán el lobo con el cordero, la pantera con el cabrito, el novillo y león,
mientras los pastoreará un muchacho pequeño.
7.-
El silencio, en el silencio de la
noche siempre se manifestó Dios. En el silencio de la noche resonó para siempre
la Palabra de Dios hecha carne. En el silencio de las noches y de los días del
Adviento, nos hablará, de nuevo, la Palabra.
8.-
El gozo, sentimiento hondo de
alegría, el gozo por el Señor que viene, por el Dios que se acerca. El gozo de
salvarnos salvados. El gozo "porque la vara del opresor, el yugo de su
carga, el bastón de su hombro" son quebrantados como en el día de Madían;
el gozo y la alegría "como gozan al segar, como se alegran al repartirse
el botín".
9.-
La luz, del pueblo del caminaba en
tinieblas, que habitaba en tierras de sombras, y se vio envuelto en la gran luz
del alumbramiento del Señor. Esa luz expresada hoy día en los símbolos
catequéticos y litúrgicos en la corona de Adviento, que cada semana del Adviento
ve incrementada una luz mientras se aproxima la venida del Señor.
10.-
La paz, la paz que es el don de los
dones del Señor, la plenitud de las promesas y profecías mesiánicas, el anuncio
y certeza de que Quien viene es el Príncipe de la paz, el árbitro de las
naciones, el juez de pueblos numerosos. "De las espadas forjarán arados;
de las lanzas, podaderas". "¡Qué en sus días florezca la justicia y
la paz abunde eternamente!"
Todos
estos lugares, todos estos símbolos, conducirán, como un peregrinar, al pesebre
de Belén.
©
Ecclesia Digital
Mensaje de María Reina de la Paz
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de diciembre
de 2016
“Queridos
hijos, mi Corazón materno llora mientras miro lo que hacen mis hijos. Los
pecados se multiplican, la pureza del alma es cada vez menos importante, se
olvida a mi Hijo, y se adora siempre menos y mis hijos son perseguidos. Por
eso, hijos míos, apóstoles de mi amor, con el alma y con el corazón, invocad el
Nombre de mi Hijo; Él tendrá palabras de luz para vosotros. Él se manifiesta a
vosotros, parte el Pan con vosotros y os da palabras de amor para que las
transforméis en obras de misericordia y, de este modo, lleguéis a ser testigos
de la verdad. Por eso, hijos míos, no tengáis miedo. Permitid que mi Hijo esté
en vosotros; Él se servirá de vosotros para atender a aquellos que están
heridos y para convertir a las almas perdidas. Por eso, hijos míos, regresad a
la oración del Rosario. Rezadlo con sentimientos de bondad, de sacrificio y de
misericordia. Orad no solo con las palabras, sino también con obras de
misericordia; orad con amor hacia todas las personas. Mi Hijo, con su
Sacrificio, ha enaltecido el amor; por eso, vivid con Él para tener fuerza y
esperanza, para tener el amor que es vida y que conduce a la vida eterna. Por
ese amor de Dios también yo estoy con vosotros y os seguiré guiando con amor
materno. Os doy las gracias”
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Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los
presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la
unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de
los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el eterno
descanso de Norman J., (74-Canada),
que pasó el umbral rumbo al cielo de forma dulce y pacífica en la madrugada de
ayer.
Pedimos oración para a Leidy y Walter, los cuales tienen una hija y viven en unión libre, pero si Dios lo permite se casarán el 26 de diciembre, en la ciudad de Medellín, Colombia; por lo que elevamos una plegaria para que Dios bendiga el nuevo hogar que cristianamente van a constituir.
Pedimos oración para a Leidy y Walter, los cuales tienen una hija y viven en unión libre, pero si Dios lo permite se casarán el 26 de diciembre, en la ciudad de Medellín, Colombia; por lo que elevamos una plegaria para que Dios bendiga el nuevo hogar que cristianamente van a constituir.
Pedimos
oración por Luis Antonio P., 40
años, de San Lorenzo, Santa Fe, Argentina, que este jueves iba a ser operado
del corazón para recambio valvular, pero la cirugía se ha postergado y ha
sufrido una nueva descompensación por lo que está ahora en cuidados intensivos.
Oremos para que el Señor le transmita paz y esperanza, dejando todo en Sus
Santas Manos.
Pedimos
oración para María Edilma T., de
Colombia, a quien luego de una histerectomía total le están practicando
quimioterapias, situación que le ha bajado un poco el ánimo, pero que su
confianza en el Señor está incólume. La intercesión de la Virgen siempre ha
sido efectiva gracias a su fe y esperanza.
Pedimos
oración para Ana Milena L., que vive
en Georgia, USA, que ha sido operada de cáncer de mama y pronto iniciará
quimioterapia. Que el Señor Misericordioso la ayude a terminar de curar la
enfermedad sin que deje ningún rastro.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de Dios
Diciembre 3
Tus
ojos tienen una potencia irresistible, pero esa potencia puedes emplearla para
el bien o para el mal.
Ofrece
siempre, todos los días, unos ojos puros y dulces, como cielo sin nubes. Que
los que vienen contigo, al mirar tus ojos puedan decir: "hoy, cielo sin
nubes"
Que
mires con tanta serenidad que todos se sientan cómodos a tu lado y lo sientan
todos cuando se acerquen a ti.
Lo
mismo que cuando sale el sol es imposible decir si alumbra más a un hombre que
a otro, así ilumina con tus ojos, mira con igual bondad a unos que a otros.
Al
que te trata con suma delicadeza y bondad, y al que con mano dura o expresión
torva deshace tu corazón. El sol ilumina las verdes praderas como las oscuras
hondonadas.
Dios
hace salir el sol sobre justos y pecadores; en tu rostro, en tus ojos, ha de
descubrirse siempre la misma luz de bondad para unos que para otros.
“Mis ojos están puestos sobre todos tus caminos;
ellos no se me ocultan, y tus culpas no pueden esconderse” (Jer 16,17). “Por
más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el
corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado
sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no
comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure” (Mt 13, 14-15)
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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